
«Es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo y el capitalismo está mostrando unas consecuencias tan catastróficas -cambio climático, degradación de la biosfera, polarización de clases, guerras, escasez, auge de la extrema derecha, incertidumbre, decadencia del estado y auge de las corporaciones económicas privadas…- que cuando extrapolamos el presente hacia el futuro solo nos salen proyecciones distópicas»
¿Nos hemos convertido en gente que mira con escepticismo el día antes del apocalipsis? ¿Todas esas ficciones y narraciones se producen en la actualidad sirven para que nos resignemos ante la muerte política que trae el capitalismo? ¿Existe una mano negra que esté orquestando la producción de esas narrativas distópicas? Obviamente no, pero sí que podemos decir que como consecuencia toda esta narrativa distópica nos está llevando a una especie de parálisis: nos situamos cada vez más en escenarios apocalípticos, los asumimos más, casi que nos vemos viviendo en ellos, como si no hubiese alternativa.
Muchas de estas predicciones, narrativas y ficciones distópicas hablan de nuestros deseos, miedos, anhelos y preocupaciones: nos permiten vivir nuestros deseos, miedos e inquietudes con mucha fuerza, ofreciendo oportunidades de reflexión. Quizás estemos en un momento histórico de cambio y necesitamos reflexionar sobre muchas cuestiones, por eso tanta distopía.
Los seres humanos siempre hemos imaginado futuros alternativos y hemos intentado anticiparnos a lo que está por venir. La historia del pensamiento futuro se divide en distintas olas de desarrollo, desde la narración oral hasta la actualidad:
- La primera ola estaba basada en la tradición oral, por ejemplo. En esta época, chamanes, místicos y curas leían los signos de la naturaleza y de los dioses para adelantarse al futuro, por ejemplo. Hasta la fecha nos llegan creencias y prácticas aún presentes como el horóscopo.
- Más tarde, sin embargo, los primeros macro-historiadores comenzaron a buscar patrones en el pasado, buscando ciclos de repetición para adelantarse al futuro. La idea de que la historia se repite, nace aquí.
- La ola que aún hoy influye es la de la iluminación y la extracción, ligada al nacimiento de la idea del progreso a través de la ciencia y la tecnología y de varias ideas utópicas que hoy conocemos: crecimiento y mejora constante.
- Desde entonces hasta la actualidad, la creencia de que el futuro se puede predecir y planificar a través de la técnica y el conocimiento de algunos factores, se ha arraigado muchísimo en nuestra sociedad. Es aquí donde nacen disciplinas como la prospectiva.
- Por último en la actualidad, estando en una época marcada por la complejidad y la emergencia, se asume que la predicción es mucho más compleja y casi imposible, aunque también que especular nos ayuda a prepararnos para las distintas posibilidades que están por venir, y por tanto muchas instituciones están integrando el pensamiento especulativo dentro de su organización.
El futuro es un terreno político, en cierto modo y en la gran mayoría de ocasiones, la narrativa del futuro no varía mucho: robots, viajes espaciales, ciudades alzadas, superhumanos con poderes tecnológicos, y aderezos generosos de distopía y pesimismo. A la idea más mainstream o popular de lo que se supone es o debe ser el futuro, se le suele llamar en jerga futurista “Futuro Oficial”: “desde que somos posmodernos, capitalistas tardíos o como nos queramos entender post-años 60, la mirada al futuro se ha diversificado en 2 grandes corrientes: la pesimista (distópica y/o apocalíptica) e incluso negacionista (No future posible para una gran mayoría), y una más o menos optimista que aboga por que estamos ahí, ahí, en aquello llamado “Fin de la Historia”, y todo es comodidad y abundancia smart. O no será.”
Todo esto va sostenido por una estructura mental (o ideológica común) que descarta que haya una contradicción. Ambas miradas polarizadas del futuro (la visión distópica y apocalíptica vs la vertiente más optimista), que se supone deberían ser dos propuestas alternativas, quedan cosidas entre sí con las mismas imágenes de futuro que comparten (los robots, los rascacielos, la colonización del espacio…).
Esta relativa diversidad de miradas se entienden como un debate, en el fondo, de lo que es el Futuro Oficial. Pero no lo desmontan realmente. Lo mantienen y lo reconocen al repetir las mismas ideas aunque sea desde sus sombras y luces.
Eso que llamamos Futuro Oficial es un espacio importante a tener en cuenta porque de ahí dependen las expectativas, los deseos, los anhelos y temores del porvenir.
¿Y dónde está el futuro? El futuro no es un lugar hacia el que estamos caminando, sino uno que estamos creando. No tenemos que encontrar un camino, sino crear un sendero. Y el propio acto de crearlo cambia tanto a quienes lo creamos como el propio destino final.
Las personas necesitamos una visión motivadora de lo que viene a continuación y la conciencia de que sucederán más cosas después, que el futuro es un proceso, no un destino. El futuro es un verbo, no un sustantivo.
Ursula K. Le Guin decía que “La ficción imaginativa entrena a las personas para que sean conscientes de que hay otras formas de hacer las cosas y otras formas de ser. Que no hay una sola civilización y que eso es bueno y así tenemos que ser”. Hacer este ejercicio de manera colectiva, debatiendo y consensuando cosas
En EH 2050, una pequeña sección quincenal dentro del programa «Hagase la luz» de Goizalde Landabaso, estamos participando como coordinadoras.
El objetivo de la sección es ilustrar cómo podría ser Euskal Herria en el año 2050, planeando una especulación utópica y/o deseable. Cada dos semanas estamos dibujando diferentes aspectos de la sociedad, formando con cada imagen una especie de puzzle que represente esa sociedad del futuro que nos gustaría. En la creación de este puzzle vamos a participar distintas personas. Cada una hablará desde su ámbito de conocimiento.
Aquí el listado de podcast que ya están disponible:
- Ane Abarrategi, sobre el futuro
- Goiatz Oiartzabal, sobre la lengua
- Xabier Landabidea, sobre la humanidad y el transhumanismo
- Ander Gortazar, sobre el transporte y la movilidad
- Arantza Mendiarat, sobre la democracia y participación ciudadana
- Gorka Julio, sobre la tecnologia
- Violeta Cabello, sobre la crisis climática
- Ibai Zabaleta, sobre la producción cultural
- Elena Artiles, sobre el turismo
- Ione Ardaiz, sobre la gobernanza y las administraciones públicas
- Maddi Texeiro, sobre las ciudades
- Beñat Irasuegi, sobre la economía
- Elisabet Roselló, sobre la geopolítica
- Alazne Intxauspe, sobre la alimentación
- Kaisu Tuominiemi, sobre la educación
- Miren Aranguren, sobre la maternidad
Síguelo AQUÍ.