
El urbanismo es una disciplina que toca y aglutina diferentes temas, por lo que es necesario activar espacios, proyectos y metodologías que nos permitan trabajar con transversalidad. Esta cuestión se ve claramente en planes y proyectos municipales en los que temas tan potentes como la salud, la economía, la igualdad o la transición energética aterrizan y se encarnan en el entorno construido.
Aunque pueden existir diferentes formas para entender y trabajar el urbanismo desde la transversalidad, poner el foco en la vida cotidiana de la ciudadanía es una forma idónea de entender y analizar diversos temas relacionados en la ciudad: la continuidad entre el espacio privado y el público; la relación entre el tiempo y el uso de los espacios; el reflejo de la responsabilidad por las tareas de cuidado en los patrones de movilidad; la democratización del conocimiento sobre la ciudad, etc. Las integrantes del Col·leuctiu Punt 6 en su libro «Urbanismo feminista» dicen:
«Para romper con la división espacial de lo público y lo privado, nuestra estrategia como urbanistas feministas es utilizar la vida cotidiana como herramienta de análisis del tiempo y del espacio, y también como metodología de trabajo, ya que establece una continuidad entre las diferentes actividades del día a día, evidencia la distribución desigual de tareas y responsabilidades según el género y nos permite reflexionar sobre si las diferentes zonas urbanas están adaptadas a las necesidades diarias»
En ese sentido, Adriana Ciocoletto, en su tesis doctoral “Urbanismo para la vida cotidiana”, nos propone “la red cotidiana” como elemento vertebrador de la praxis urbanística. “La red cotidiana de un barrio es una red formada por el conjunto de espacios de relación, equipamientos cotidianos, comercios, paradas de transporte público y calles que los conectan, utilizadas por personas que viven en el barrio para satisfacer sus necesidades cotidianas.” Identificando la red cotidiana y analizando sus cualidades, podemos saber si las personas que viven en un entorno tienen la posibilidad de hacer las compras de camino a los equipamientos o al transporte público, qué calles y distancias transitan diariamente para acceder a los equipamientos, si la trama urbana tiene continuidad a lo largo de esas calles, o si los edificios y sus usos hace que haya gente en las calles.
Aunque los instrumentos de planificación y las estructuras de la administración pública se están adaptando a los moldes de la transversalidad, a menudo, los contenidos deben reordenarse por departamentos y temáticamente para asegurar la implementación de los contenidos. En consecuencia, se convierte imprescindible adaptar lo identificado a través del análisis de la red cotidiana a la lógica de la movilidad, la actividad económica o la intervención social, garantizando que el trabajo realizado tenga cabida en los procesos administrativos. Al fin y al cabo, la reestructuración de contenidos nos garantiza la capacidad de trabajar temas interrelacionados y, al mismo tiempo, garantizar el impacto en las lógicas administrativas.
Últimamente, esta forma de trabajar ha pasado a formar parte de nuestras lógicas, especialmente en los proyectos relacionados con el planeamiento urbanístico. En el proceso de integración de la perspectiva de género en los PGOUs de Durango y Orozko, nos hemos movido entre la red diaria y la lógica de los departamentos. Asimismo, en las sesiones de participación para alimentar el PGOU de Vitoria-Gasteiz, hemos desgranado lo expresado por la ciudadanía para adaptarlo a las directrices del PGOU. Porque para garantizar la transversalidad es imprescindible trabajar con flexibilidad y abordar la especificidad.